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El cornezuelo del centeno

El cornezuelo de centeno o ergot es un hongo parasitario considerado tanto una maldición como una bendición a lo largo de los siglos. Temido en la Edad Media por las epidemias que provocaba, hoy es apreciado por sus propiedades medicinales. Este organismo, capaz de inducir estados de trance y alucinaciones, nos recuerda la delgada línea entre veneno y remedio, y la importancia del conocimiento para aprovechar los recursos de la naturaleza.

Una historia con muchas facetas, y todas ellas fascinantes. Empecemos.

Un poco de biología

El cornezuelo del centeno (Claviceps purpurea) inicia su ciclo de vida en primavera, cuando las ascosporas liberadas por el hongo son transportadas por el viento hasta las flores del centeno (también pueden ser otros cereales, como cebada o trigo, pero en mucha menor proporción) que en esa época, comienzan a abrirse. Allí, germinan y desarrollan un micelio que destruye un ovario de la planta, reemplazándolo por una alfombra miceliar blanca, algodonosa.

Posteriormente, este micelio produce conidios y una sustancia azucarada que atrae insectos. Los insectos al alimentarse transportan los conidios a otras flores, propagando la infección.

Hacia el final del verano la alfombra miceliar se sigue desarrollando y comienza a endurecerse. transformándose en una estructura de resistencia, pseudoparenquimática y dura, denominada esclerocio y a la que coloquialmente conocemos como “cornezuelo”.

Los cornezuelos son de color negro a púrpura, y de 2 cm de longitud, por lo que es mayor que el grano de centeno y sobresale de la flor.

centeno infectado con ergot

No todas las flores de la espiga madura del centeno contienen esclerocios, ya que los ovarios no infectados se desarrollan normalmente. En la espiga, por tanto, se desarrollan granos de cereal mezclados con esclerocios (cornezuelos) de Claviceps purpurea.

Al producirse la recogida del centeno, muchos esclerocios caen al suelo y es así como pasan el invierno (los esclorocios están preparados para el letargo). Cuando las condiciones son propicias para pasar a la fase fructífera, se desarrolla como una minúscula seta en la superficie y se liberan las esporas que infectarán las flores de los cereales, que con la llegada de la primera, volverán a abrirse.

Ergotismo, epidemias y San Antonio

El cornezuelo del centeno, un hongo aparentemente inofensivo, sembró el terror en la Europa medieval provocando epidemias devastadoras.

El ergotismo es la enfermedad causada por el consumo accidental de los cornezuelos. Esta enfermedad tiene dos formas de manifestarse, el ergotismo convulsivo y el ergotismo gangrenoso.

El ergotismo gangrenoso comienza con escalofríos en los miembros, seguido de sensación de quemazón. Los enfermos sienten que sus extremidades se consumen por un fuego interno, que las vuelve negras, arrugadas y que por último, mata el tejido.

En cambio, el ergotismo convulsivo se caracteriza por delirios, alucinaciones y espasmos musculares. 

Si bien hay autores que aseguran que la peligrosidad de ingerir el cornezuelo del centeno era conocido por los antiguos asirios1, y por alquimistas persas del siglo VIII y X de nuestra era2, en la Europa medieval, sumida en la ignorancia, el ergotismo fue un enigma que resolvieron dentro del contexto religioso y de ahí que lo llamaron «fuego sagrado» o «Ignis sacer».

San Antonio y las victimas del fuego sagrado
San Antonio y las víctimas del Ignis sacer. Grabado de autor desconocido (s. XV). Staatliche Graphische Sammlung, Munich (Alemania). Se ve a las víctimas suplicando a San Antonio, y encima de la cabeza del Santo manos y pies cortados

Los enfermos, ante la falta de efecto sanador de las pociones y amuletos que tenían disponibles, acudían a curarse a santuarios donde se exponían reliquias de santos.

El lugar más visitado para este fin fue el sepulcro de San Antonio Abad, en el que se decía se habían producido curaciones milagrosas. Tanto se extendió la idea de que este santo era el único que podía curar el fuego sagrado, que a partir de entonces algunos también lo llamaron “fuego de San Antonio”.

Durante la Edad Media en Europa fueron decenas las epidemias de ergotismo provocadas por el consumo de pan de centeno contaminado con el cornezuelo. Estas fueron más frecuentes entre los pobres, que comúnmente consumían pan de centeno, que entre los nobles, que se alimentaban con pan blanco de trigo.

La primera epidemia registrada de ergotismo gangrenoso data del año 857 en el valle del Rhin (Xanten, Alemania). Fue durante ésta cuando se la llamó fuego sagrado; “fuego” debido a la sensación ardiente de las extremidades gangrenadas, y “sagrado” debido a que se atribuía a un castigo divino.

Las epidemias de ergotismo tipo gangrenoso se extendieron por toda Europa, especialmente por Francia, durante varios siglos. En el año 945 fallecieron 20.000 personas en la región de Aquitania al sur de Francia y poco tiempo después, el año 994, murieron otras 40.000 en la misma región. Fue la epidemia más grande que se recuerda. Estas aparecían con más intensidad en épocas de hambruna y miseria.

“Muchos se descomponían como roídos por un fuego sagrado que les consumía las entrañas. Los miembros que se iban corroyendo se volvían negros como el carbón. Los enfermos morían pronto entre terribles dolores, o seguían viviendo una vida aún peor sin pies ni manos. Muchos se contorsionaban presa de convulsiones nerviosas”

Sigebert de Gembloux, monje benedictino y cronista de la abadía de Gembloux (Bélgica), durante una epidemia en el siglo X

En cambio, en el este de Europa predominó el ergotismo de tipo convulsivo. Entre 1581 y 1889, se registraron más de 65 epidemias de ergotismo convulsivo.

En 1596 el médico alemán Wendelin Thelius vinculó el ergotismo al consumo de grano y en 1670 Thuillier, un médico francés, relacionó claramente el ergotismo con el cornezuelo de centeno, constatando que en aquellos años en los que el cornezuelo era abundante en las cosechas, la incidencia del fuego sagrado era mayor. También experimentó con animales a los que administró esclerocios causándoles la muerte. Sin embargo Thuillier no publicó sus resultados. En 1676 fue Dodar, junto con un hijo de Thuillier, quienes publicaron la causa del ergotismo gangrenoso. Unos años después, en 1695 y en Alemania, Brunner describió el origen del tipo convulsivo.

A partir de entonces los brotes de envenenamiento por el cornezuelo del centeno fueron sólo esporádicos.

El ergot y las brujas

El ergotismo convulsivo, a diferencia del gangrenoso, se caracteriza con síntomas como perturbaciones de las sensaciones, alucinaciones, contracciones musculares dolorosas, convulsiones y algunos trastornos mentales como manías, estados melancólicos, psicosis y delirio. Esto hizo pensar, a la luz de los nuevos conocimientos, que víctimas del ergotismo convulsivo pudieron haber estado relacionados con acusaciones de brujería durante el medioevo.

Mary K. Matossian, en su libro “Poissons of the past: molds, epidemics and history” (1989). relacionó la ocurrencia de las epidemias de ergotismo con períodos en los hubo más mujeres perseguidas por denuncias de brujería.

Por ejemplo, en el distrito de Lorraine (Francia) se registraron tantos brotes de ergotismo como persecuciones de brujas hasta el siglo XVII. Otro caso que llamó la atención fue el de Alice Trevisard, que cerca del año 1600 en Inglaterra fue acusada de brujería y en donde  unos testigos declararon que tenía los dedos de los pies y las manos gangrenados.

Sin embargo, hay dos casos emblemáticos, que según el registro documental están estrechamente relacionados con ergotismo.

El primero ocurrió en Noruega y se trata de los juicios de brujas de Finmark. En estos juicios 137 personas fueron juzgadas y dos terceras partes fueron ejecutadas. En los registros hay declaraciones de consumo de leche con cuerpos semejantes a granos de color negro y casos de gangrena, convulsiones y alucinaciones.

Imagen generada por IA

El segundo ocurrió en 1692 y ocurrió en Salem, Massachusetts (EEUU). Entre las muchas acusaciones que se incluyeron en estos juicios, ocho correspondieron a  muchachas jóvenes que presentaban lenguaje descoordinado, movimientos convulsivos, junto con gestos y posturas extrañas. Los médicos no encontraron explicación para los síntomas y uno sugirió que podían estar embrujadas. La hipótesis de la intoxicación por cornezuelo de centeno es probable porque había en ese entonces, centeno salvaje a lo largo de la costa atlántica de Estados Unidos.

Otro argumento que puede relacionar el consumo de cornezuelo con los casos de brujerías, es su uso como oxitóxico. Desde la antigüedad se conoce que el consumo de esclerocios puede acelerar los partos, o bien provocar abortos por parte de las comadronas, pero al no haber registros de sus actividades, todo queda en especulaciones.

Los alcaloides del cornezuelo

El médico alemán Adam Lonitzer  fue el primero en occidente en mencionar que las comadronas utilizaban el ergot para inducir alumbramientos en 1582.

Siglos más tarde, en 1808, y en Estados Unidos el doctor John Stearns en su publicación «Account of the pulvis parturiens» mencionó las aplicaciones del cornezuelo como un agente uterotónico. Y el doctor David Hosack, en 1824,  reconoció los peligros de utilizar el cornezuelo para apresurar los partos, y recomendó que la droga fuese empleada solamente para inhibir la hemorragia post partum.

A partir de 1868 Woakes la introdujo en el tratamiento de las migrañas.

Ya en el siglo XX la industria farmacéutica se encargó de aislar, identificar y describir los efectos de cada uno de los alcaloides del ergot.

El primer alcaloide con amplio uso terapéutico fue la ergotamina. A Stoll la aisló del cornezuelo en 1918  mientras trabajaba para Sandoz y hasta hoy en día se utiliza en medicamentos para tratar migrañas resistentes a los analgésicos habituales.

En 1932 H. W. Dudley y C. Moir descubrieron, en Inglaterra, que los extractos del cornezuelo hidrosolubles, que no contenían ninguno de los alcaloides insolubles en agua del tipo ergotamina-ergotoxina, inducían una intensa actividad uterotónica. Lo denominaron ergometrina, que más tarde se llamó ergonovina.

En 1938, el químico alemán Albert Hofmann, trabajando en los laboratorios Sandoz de Basilea (Suiza), sintetizó la ergobasina.

Hofmann, no sólo trabajó extrayendo alcaloides del cornezuelo, sino que también trabajó sintetizando derivados, que básicamente eran derivados del ácido lisérgico, el núcleo común de la mayoría de los alcaloides del cornezuelo. Según sus palabras:

“Yo utilicé el método desarrollado para la síntesis de la ergonovina con el objeto de preparar numerosas modificaciones químicas de dicha sustancia.

Uno de estos derivados de la ergonovina, en parte sintéticos, fue la butanolamida del ácido lisérgico

Otro derivado del ácido lisérgico que sinteticé en el curso de estos trabajos, con la intención de obtener un analéptico (es decir, un agente con propiedades estimulantes de la respiración y de la circulación), fue la dietilamida del ácido lisérgico . Los exámenes farmacológicos revelaron que el compuesto tenía una actividad uterotónica claramente intensa, casi tan vigorosa como la de la ergonovina. En 1943 descubrí, al someterme a experimentos con la droga, la alta potencia enteogénica de la dietilamida del ácido lisérgico, que llegó a ser conocida en todo el mundo por su nombre en clave en el laboratorio: LSD-25.

Albert Hofmann, en “El camino a Eleusis”

Fórmulas moleculares extraídas de El cornezuelo de centeno a lo largo de la historia: mitos y realidades (ver bibliografía)

La sorprendente amplia gama de aplicaciones farmacéuticas de los alcaloides del ergot se debe a su acción específica sobre receptores de tres diferentes neurotransmisores: serotonina, dopamina y adrenalina.

Bibliografía

Illana-Esteban, C. (2008). El cornezuelo del centeno (I): Biología, historia y ergotismo. Bol. Soc. Micol. Madrid. 32:293-30

Quesada Diaz, Ortega Diaz (2011) El cornezuelo de centeno a lo largo de la historia: mitos y realidades – https://www.pasajealaciencia.es/2011/pdf/02-ergotismo.pdf

Ramirez-Quintero J. (2018). Sobre el mal de los ardientes o del fuego de San Antonio, Acta Medica Colombiana, vol. 43, núm. 3, pp. 156-160, 2018, Asociacion Colombiana de Medicina Interna. https://www.redalyc.org/journal/1631/163159044007/html/

Lozano Sanchez, F. (2021) Epidemias por ergotismo o fuego de San Antonio. Historia, ciencia y arte. Servicio de Angiología y Cirugía Vascular, Complejo Asistencial Universitario de Salamanca (CAUSA). Instituto de Investigación Biomédica de Salamanca (IBSAL). Universidad de Salamanca (USAL) (España). https://revistas.usal.es/cinco/index.php/medicina_y_cine/article/download/rmc202016e207236/25288?inline=1

Wasson, R. GordonHofmann, AlbertRuck, Carl (1993). Wasson, R., Hofmann, A, Ruck, C. (1993).El camino a Eleusis: una solución al enigma de los misterios. México: Fondo de Cultura Económica.

Notas

  1. Barger (1931) menciona la existencia de una tabla asiria datada en el año 600 a.C. que alude a “una pústula nociva en la espiga” (ver Illana 2008) ↩︎
  2. El alquimista de origen árabe o persa Jabir ibn Hayyan en el siglo VIII, describe al cornezuelo como una sustancia venenosa, con el nombre de “qurun as-sunbul”, y lo compara con el aconito, si bien su ingestión, origina síntomas diferentes. Años después, el médico persa Abu Mansur Muwaffak ibn Ali al-Harawi en el siglo X, dice también que es un poderoso veneno (ver Illana 2008) ↩︎

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