Tal es el despliegue de poder y luminosidad de las tormentas eléctricas, que suelen maravillarnos o atemorizarnos, pero rara vez pasarnos desapercibidas. Son imponentes, majestuosas.
Casi todas las culturas politeístas tuvieron un dios que personificaba la fuente de la fuerza de los rayos o truenos1 y en muchas leyendas o relatos se los considera hacedores de la vida, como en la famosa historia de terror de Mary Shelley, Frankestein, considerada la primera novela de ciencia ficción moderna.
Entre tantas, hay una leyenda que es común a muchas culturas y que le atribuye a los rayos la capacidad hacedora de la vida de los hongos, un relato que encuentra en este fenómeno el origen de estos organismos parecidos a las plantas, pero carentes de raíz, y cuya aparición coincidía temporalmente con las tormentas.
«DONDE CAE UN RAYO, CRECE UN HONGO»
En la Antigua Grecia
Cuentan que Teofrasto, un discípulo de Aristóteles que escribió dos voluminosos tratados de botánica (Grecia 371-287 años antes de nuestra era), argumentaba que las trufas surgían de la tierra tras las tormentas, especialmente si habían rugido los truenos y sus rayos golpeado la tierra 2.

La Trufa negra es el cuerpo fructífero de un hongo subterráneo. A diferencia de las demás setas, las trufas crecen bajo tierra. Se consideran el diamante negro de la cocina.
En el Imperio Romano
Según Plutarco3 cuando Agémaco los convidó con un banquete de trufas, las presentó diciendo “..desde luego son dignas de los truenos que han sonado hace poco..” haciendo mofa de la gente que tenía esta creencia.
En la tradición hindú
Parjánya, una de las deidades védicas más importantes, es el dios del trueno y las lluvias, la alimentación y la fertilidad. Se lo considera también el padre del Soma, planta a partir de la que se preparaba una bebida narcótica que llevaba el mismo nombre, considerada divina en la antigua India. Nadie sabe con certeza a qué planta se hacía referencia, aunque durante el último siglo están quienes consideran haber dilucidado este enigma.
Robert Wasson, un pionero en el estudio de la etnomicología en el siglo XX, investigó este misterio. En un minucioso trabajo que publicó en su libro, “Soma, el hongo divino de la inmortalidad”, documentó su tesis en la que afirma que esta bebida se preparaba a partir del hongo enteógeno que hoy conocemos como Amanita muscaria.

La Amanita muscaria es un hongo muy común y popular, están quienes lo consideran venenoso, pero en realidad es enteógeno o neurotrópico.
Alternativamente, unos científicos rusos que en el 2009 encontraron unos tejidos de lana de más de dos milenios de antigüedad en una cámara sepulcral en los bosques de Mongolia, concluyeron a partir de los bordados que el Soma podría prepararse a partir de las setas psicoactivas de Psilocybe cubensis.4
Cualquiera sea el hongo utilizado por los antiguos Vedas, en todos los casos fue Parjanya, el dios del trueno, su creador.
Culturas Mesoamericanas
Según B. Lowy, y como resultado de un estudio que realizó en Guatemala, México y Honduras entre junio y julio de 1973, existe en el altiplano guatemalteco y en el sur de México una tradición que vincula a la Amanita muscaria con los rayos.
«Mientras interrogaba a tres jóvenes indios bilingües (quiche-español) participantes del proyecto lingüístico «Proyecto Francisco Marroquín» en Antigua, Guatemala en junio de 1973, estos informantes identificaron inequívocamente a A. muscaria a partir de una fotografía en color. Su nombre para este hongo en el idioma quiché era «kaqulja«.
Cuando se les preguntó qué significaba la palabra, la tradujeron al español como «trueno». Después de consultar entre ellos y al Dr. William Norman, especialista en quiché, fue evidente que no era solo el trueno lo que significaba «kaqulja», sino el relámpago que lo acompaña cuando golpea el suelo durante una tormenta. El término equivalente en español es «rayo»». 5
Japón, siglo XXI
Esta creencia trascendió tanto en el tiempo que investigadores japoneses estudiaron en pleno siglo XXI, el efecto de las corrientes eléctricas sobre el crecimiento de las setas y sus resultados fueron sorprendentes. La corriente eléctrica no logró crear hongos de la nada (tampoco lo pretendían) , pero sí mejoró notablemente el rendimiento de los cultivos de setas cuando estos fueron estimulados con un voltaje de 50 a 130 kV.
Los resultados experimentales mostraron que la formación de cuerpos frutales de los hongos aumentó entre 1,3 y 2,0 veces en términos del peso total
Koichi Takaki y otros, “Effect of Electrical Stimulation on Fruit Body Formation in Cultivating Mushrooms”
Todo indica que aunque los rayos no crean vida, no necesariamente la destruyen. En ocasiones ayudan a su crecimiento y esto fue visto por la humanidad por distintas culturas a través de los siglos.
Imagen de cabecera creada por IA
Trufa negra: Imagen de Didier de Pixabay
Amanita muscaria: Imagen de Meik Schmith de Pixabay
- alcanza con buscar en Wikipedia “Dioses del trueno” para que aparezcan casi un centenar de ellos ↩︎
- Becerra Romero “Creencias y utilidades sobre las setas y los hongos en el mundo antiguo: entre lo real y lo imaginario”. ↩︎
- en Charlas de Sobremesa, 90 – 117 años de nuestra era ↩︎
- https://es.rbth.com/cultura/2017/02/01/cientificos-rusos-desvelan-secreto-del-soma-antigua-bebida-sagrada_693306 ↩︎
- Lowy, B.(1974) “Amanita Muscaria and the thunderbolt legend in Guatemala and Mexico ↩︎