Así como hay hongos saprófitos que se alimentan de la materia orgánica muerta o en descomposición, existen hongos simbióticos que para alimentarse forman junto con las plantas una simbiosis mutualista llamada Micorriza.
Físicamente el contacto entre estas dos especies ocurre bajo tierra, entre las raíces de las plantas y el micelio de los hongos.
Los hongos micorrícicos (que forman micorrizas) reciben de las plantas, además de un nicho ecológico, los hidratos de carbono que los vegetales sintetizan a partir de la fotosíntesis. Las plantas, por su parte, obtienen de los hongos una mejor disponibilidad de nutrientes, sobre todo fósforo y agua, aunque también calcio, magnesio, potasio y una mejor captación y asimilación de nitrógeno.
El hongo tiene mayor captación de nutrientes que la planta porque el micelio, normalmente muy ramificado, tiene una superficie de absorción mucho más grande. Cada centímetro de raíz puede sostener varios metros de hifas. El hongo a su vez puede proteger a la planta frente al ataque de microorganismos patógenos.
La simbiosis hongo-planta no implica la exclusión de otros organismos. Las leguminosas, por ejemplo, forman simultáneamente nódulos con rizobios (bacterias fijadoras de nitrógeno) y con hongos micorrícicos. Se trata de una simbiosis tripartita. A grandes rasgos podemos decir que el hongo proporciona fósforo, las bacterias fijan nitrógeno y la planta fotosintetiza hidratos de carbono para todos.
A su vez los hongos pueden participar de micorrizas con más de una planta a la vez, estableciéndose de este modo una conexión entre plantas distintas. Lo más asombroso de esta relación, y que veremos con más detalle en un próximo posteo, es que los hongos pueden actuar como nexo y medio de transporte de sustancias químicas entre diferentes plantas.
Las plantas se comunican entre sí a través de una red subterránea de micorrizas ¿no es fascinante?
Se estima que el 90-95% de las plantas terrestres presentan actividad simbiótica con hongos.
Actualmente hay científicos que sostienen que no es apropiado interpretar la simbiosis como una simple relación costo-beneficio, sino que es un proceso mucho más complejo y disruptivo, una simbiosis a largo plazo puede llegar a dar origen a una novedad biológica.
Veamos el caso de los líquenes. Sabemos que son el fruto de la asociación simbiótica de un hongo con un alga o cianobacteria, pero si se los observa con detalle, este nuevo organismo generalmente poco tiene que ver con los hongos y algas que le dieron origen. Por ejemplo, el hongo (liquen) Cladonia en una placa de Petri crece como pelusa; el alga (liquen) Trebouxia en cultivo puro en la superficie de agar crece como lodo; mientras que el liquen Cladonia cristatella (fruto de la simbiosis entre ambos) tiene el aspecto que se ve en la imagen siguiente (ejemplo extraído de Lynn Margulis en «Words as battle cries-symbiogenesis and the new field of endocytobiology«)
)

Liquen Cladonia cristatella, en Consorcios de Herbarios de Líquenes en América Latina
De ahí que no son pocos los científicos, entre los que se destaca Lynn Margulis, que plantean la necesidad de estudiar las relaciones simbióticas desde otro paradigma, desde uno en el que las especies no compiten entre sí, sino que cooperan.
«Se ha hablado mucho más de la competencia, en la que el fuerte es el que vence, que de la cooperación. Pero determinados organismos aparentemente débiles a la larga han sobrevivido al formar parte de colectivos, mientras que los llamados fuertes, que no han aprendido nunca el truco de la cooperación, han ido a parar al montón de desechos de la extinción evolutiva. Si la simbiosis es tan frecuente e importante en la historia de la vida como parece, habrá que reconsiderar la biología desde el principio. La vida en la Tierra no es de ninguna manera un juego en el cual algunos organismos ganan y otros pierden. Es lo que en el campo matemático de la teoría del juego se conoce como un juego «de suma no cero».
Lynn Margulis, Dorion Sagan, Microcosmos
“En determinados casos la cohabitación, la vida íntima a largo plazo, da como resultado la simbiogénesis: la aparición de nuevos cuerpos, nuevos órganos, nuevas especies. En resumen, creo que la mayor parte de la novedad evolutiva surgió y todavía surge directamente de la simbiosis, incluso aunque esta no sea la idea popular de las bases del cambio evolutivo que aparece en la mayoría de los libros de textos”
Lynn Margulis, Una revolución en la Evolución, cap.: Individualidad por incorporación.
La teoría de Lynn Margulis sobre simbiogénesis es tan interesante e innovadora, que va requerir que nos volvamos a referir a ella en los próximos posteos.
Imagen de cabecera: de Oscar Castillo en Pixabay
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